domingo, 3 de enero de 2016

Night life thoughts

Las puertas se abrían y cerraban sin descanso ante la continua llegada de pasajeros que corriendo esperaban alcanzar, por los pelos todo ha de decirse, el autobús que ponía fin a las vacaciones de Navidad de un amplio sector de la sociedad. Quizás no constituyamos la jet set, pero el tránsito del intercambiador Avd de América es digno de Heathrow en cuanto a operación fin de vacaciones se refiere. Y creedme cuando digo que hay pocas experiencias antropológicas tan enriquecedoras como el nocturno Madrid-Barcelona de Alsa. Y el de después de Navidad es,si cabe, el más bizarro. Bultos de formas incomprensibles y maletas repletas de regalos navideños o tuppers con los restos de todos esos dulces imaginables hechos con almendra, sí seguramente toda esta pantomima de la Navidad surgió ante una sobreproducción de almendras amargas...  
Un final; el de las navidades, el de tener una madre trabajadora, el del año de mi incorporación al mundo de triatlón y en el que nació el pollito; en general el de un año cargado de buenas (aunque también no tan buenas, que de todo ha habido) experiencias. Pero ante todo, un principio. El comienzo de un año con nuevos objetivos y muchas ganas, aunque también con mucha presión, porque como Todo el mundo se encargó de recordar tiene que ser EL AÑO, el de todos nosotros, ¡qué ya va siendo hora vagos!... aviso para navegantes, 2016 traerá una sobreproducción de arquitectos... Quién sabe, igual a alguien se le ocurre una fiesta basada en el consumismo abusivo camuflado de tiempo familiar que hacer con ellos... 

sábado, 24 de octubre de 2015

La magia de el último baile






Cada vez que el monigote verde se materializaba en las luces del semáforo, cuando todo el mundo se abalanzaba a la carretera en la encarnizada lucha contra el reloj, él se lanzaba al paso de cebra a bailar. Los segundos que duraba el cruce de peatones, él se los pasaba danzando entre las rayas blancas, sin cesar y sin razón aparente. Al principio era complicado darse cuenta, pues la marabunta de la ciudad buscando encontrarse en otro lugar y en otro momento, lo envolvía, hasta que una vez finalizado el ímpetu inicial del cruce, su gracioso baile cobraba forma entre las desafiantes siluetas de los rascacielos y ante la estupefación de los pocos afortunados, que por una u otra razón, habían ralentizado su velocidad con respecto a la de la ciudad. Maravillados quedaban de su insonoro claqué, acallado por las bocinas de los coches apremiándole a salir de la calzada. Y por un momento, todo cobraba sentido. Ese sentido tan poético de algo que carece de razón, pero que le da forma a la nada que puebla los intersticios de nuestros compromisos sociales y calma nuestras bestias internas con una sosegada sonrisa. ¡Cuánto poder en un baile y qué pocos decidían aprovecharlo!

domingo, 27 de septiembre de 2015

Uno de esos días, días de mierda.



Llevo tanto tiempo aletargada por mi propia cotidianidad que cuando me asalta uno de esos días, uno de esos en los que lo único que quiero es llorar y esconderme, me medio alegro, al menos al principio, porque quiere decir que no soy tan inhumana como últimamente parece, que también tengo derecho a sentir… Pero luego esa realización ya no es suficiente y me hundo… Me regodeo en mi miseria, en el rincón más luminoso de mi casa, que es al mismo tiempo el más oscuro…


¿Y si estoy tomando decisiones por las razones equivocadas?, ¿y si no pensar demasiado no era tan buena idea como yo pensaba cuando tomé aquella decisión?, ¿y si cuando renuncie a rayarme por lo que los demás pensasen de mí, y sobre todo, por lo que pudiesen esperar, no era el camino adecuado? ¿Y si debiese volver al camino recto, a la absurda normalidad de aspirar poco y conformarme con menos? Cuando lo que quiero, en realidad es un poco de amor, algo más allá del propio, que de ese me sobra. Quiero mimos y cariño, de alguien que no sea mi padre, quien por cierto hace un tiempo que ha dejado de ser mi superhéroe, no sé si porque cree que ya no lo necesito, igual en algún torpe intento de querer ser una mujer fuerte e independiente le mandé señales equivocadas o simplemente se ha olvidado de serlo… 


Sé que soy fuerte; que también esto pasará; pero por una vez quiero no tener que ser yo quien recoja mis propios pedazos, porque aunque ya sé cómo me monto, hace ya tiempo que dejó de ser divertido. Lo mismo que pasa con las Billy de IKEA. Quiero no ser tan rápida ensamblándome de nuevo. Tan rápida que nadie se dé cuenta que estoy rota, tarada… Quiero que mis mil y una contradicciones se esparzan en el suelo durante horas y que por una vez el mundo sea testigo de mi fragilidad, de mis imperfecciones más profundas, las oscuras que a veces yo ya no sé, porque de guardarlas tan bien se me han olvidado. Necesito que el mundo por una vez me trate como al rival más débil y por debajo de la mesa me eche una mano en esto de vivir. Ser huevito un par de jugadas o tener algo de ventaja. Necesito algo que no sé nombrar, o a lo que me aterroriza ponerle un nombre… Y aun así, aquí sigo queriendo no crecer, queriendo recuperar la pasión de ser joven y, aunque nunca quise cambiar el mundo, si quise aprenderlo todo… Abarcar la luna. Pero los ensayos siempre se me han atragantado a un tercio del final y nunca llego a  las conclusiones del autor… Con lo que no hago más que potenciar mi imperfección y esconderme tras una mirada de fingida frivolidad y verdades a medias.



Soy un fraude. I AM A MESS.



Finalmente todo queda en un millón de lamentos y autocompasiones regadas de lágrimas amargas en posición fetal en un rincón. Todo aderezado con Damien Rice en bucle para darle una dimensión más profunda, si cabe, al tema de llorar. Para que luego todo, poco a poco, vuelva a su lugar, al mismo mar de dudas de hace unas horas, pero con la integridad recuperada y con sólo un intenso dolor de cabeza de la resaca de tocar fondo. De aquí en adelante todo vuelve a ser constructivo, aunque no sirva para nada. Porque la única verdad es que no todo ha de servir a un propósito mayor. Hay días de mierda que no te hacen más fuerte, ni más grande, sólo están y hay que aprender a vivirlos de la manera menos dañina posible e intentar que duren poco. Un millón de litros de té, una consistente cena y un gusto un poco menos masoquista a la hora de escoger la música. Acabar de recoger las últimas piezas que todavía están desperdigadas por ahí. Ya mañana con la frescura del alba me encargare de asegurarlas con pegamento extrafuerte, del que si te descuidas te pega los dedos entre sí. Mantendré lo más alejado posible en disolvente, lo prometo.




martes, 1 de septiembre de 2015

Eufemismos del crecer





Tic-tac, tic-tac, el tiempo pasa, el reloj aúlla.
La salvaje vorágine que en otro tiempo en mi interior rugía
El bramante fuego que escapaba de una triste jaula.
Las horas han ido apagando el brillo de esa magia
Conforme el polvo ha ido cayendo,
Conforme la música ha ido cesando.
Cuando los gritos no llegaban a nadie
Pues la energía era una fuerza en vano
Y la piel sobraba en zonas mientras en otras faltaba,
Dos mil caminos se abrían a cada nuevo paso,
Cada decisión conformaba la aparición de miles de disyuntivas
La vida parecía no tener sentido, no tener final;
Pero el camino nunca era aburrido.
Hoy que ya la fuerza casi se encuentra extinta
Echo en falta la capacidad generadora de los voltios sobrantes
Cuando lo nuevo estaba por descubrir y empezar era algo excitante.
Añoro la constante  erupción de un volcán
La energía de un ciclón devastador
A cambio de la incomodidad de no tener un lugar en el mundo
¡Crecer, madurar, que tamaño precio se ha de pagar!